Monasterio de San Zoilo en Carrión de los Condes, Palencia

Trabajos de adecuación de la sala Galilea en el Monasterio de San Zoilo (BIC), en Carrión de los Condes (Palencia), en el año 2012. Así como el tratamiento de humedades, reparación de pavimento y supresión de barreras arquitectónicas en uno de los accesos a la iglesia del monasterio, en el año 2019. A raíz de estas actuaciones se descubrieron restos de cimentación románica, suelo encantado y policromias en muros, por lo que se adecuó el entorno para permitir las visitas.

Levantado en el Camino de Santiago, se caracterizó por permitir a los peregrinos el consumo de pan y vino a discreción, motivo benéfico por el que se hizo famoso.

De los primeros edificios monásticos poco queda, salvo algunos muros y los sepulcros del panteón condal, pues en 1276 el estado del edificio era tan lamentable que fue restaurado. En 1347, iglesia y claustro amenazaban ruina por las avenidas del río, y antes de 1392 el conjunto fue reconstruido.

Sujeto a Cluny hasta el siglo XV, a partir de 1531 se incorporó a la congregación de Valladolid, época en la que comenzó otro momento de esplendor que determinó la construcción de un nuevo claustro y otras dependencias conventuales. En el siglo XV el papa Eugenio IV concedió al monasterio tener abad de mitra y báculo, siendo el último abad Plácido Trevijano, al llegar la exclaustración en 1835.

De lo que supuso la fábrica del siglo XI se conserva una ventana y una imposta ajedrezada, la portada occidental , así como el enterramiento de la condesa Teresa Peláez en el presbiterio de la iglesia, en la parte lateral superior a la derecha del retablo y parte de la fachada primitiva. También los sarcófagos de los condes , descubiertos en 1947, con interesantes trabajos de escultura, y dos telas islámicas del XI, declaradas Bien de interés cultural con categoría de Bien Mueble en 2012. El propio monasterio fue declarado monumento histórico-artístico por Decreto el 3 de junio de 1931 y Bien de interés cultural en 2012.

A partir del mes de octubre de 1999, en que aparecieron diversos restos románicos, se ha podido avanzar de modo considerable en el conocimiento de la realidad material de la desaparecida iglesia románica. Sabemos que era un edificio de planta basilical, de tres naves, cada una de ellas con cuatro tramos, y un transepto no destacado en planta cuyo tramo de crucero muy probablemente fue coronado por un cimborrio.

Lo más sobresaliente del conjunto monástico es el claustro, proyectado por Juan de Badajoz el Mozo en 1537 y concluido en 1604 con la participación de importantes artífices que levantaron sus muros y labraron su profusa ornamentación de padres de la Iglesia, profetas, patriarcas, jueces, sacerdotes, heroínas, así como personajes del Nuevo Testamento -apóstoles y evangelistas — y civiles — reyes, reinas, emperadores y emperatrices — además de pontífices, cardenales, doctores, monjes y santos. De dos alturas, el claustro inferior se articula con cinco arcos apuntados entre gruesos contrafuertes prismáticos, mientras que el superior se abre con arcos de medio punto.

El claustro se comunica con la iglesia a través de una portada en arco rebajado entre columnas abalaustradas.

El templo, del siglo XVII, es de una sola nave, cubierta por bóvedas de arista tabicadas y cúpula sobre el crucero. Tiene coro a los pies, con sillería y órgano barroco. La portada se atribuye a Diego de Zorlado y tiene dos cuerpos con imágenes de santos.

El monasterio cuenta además con otro patio más modesto, ya neoclásico.